DIETA DEL GENOTIPO:
La innovadora técnica de dieta del genotipo desarrollada por el Doctor norteamericano Peter D’Adamo, busca una solución inteligente para bajar de peso y mejorar la salud, dependiendo del tipo sanguíneo al que pertenece cada persona.
Con más de 20 años de investigación sobre la relación existente entre el grupo sanguíneo, la alimentación y una buena salud, el Dr. D’Adamo clasificó a las personas según el tipo de sangre que poseen y cómo ésta interactúa con nuestros genes y el ambiente.
A partir del estudio individual que divide a las personas en seis tipos genotipos únicos (cazador, recolector, maestro, explorador, guerrero, nómade), diseñó una dieta ultra personalizada que revolucionó los conceptos de nutrición y que permite bajar kilos mediante la ingesta de alimentos hechos a la medida de nuestra condición genética. A esto se le llamó Dieta del Genotipo.
Paralelamente, descubrió que es posible cambiar el comportamiento de nuestros genes a través de una dieta balanceada, a fin de evitar ciertas enfermedades predispuestas, tales como la Diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y autoinmunes.
Hace 11 años, el Doctor D’Adamo lanzó al mercado un libro revolucionó los conceptos de nutrición: La dieta del grupo sanguíneo, donde las personas son clasificadas de acuerdo a su tipo de sangre.
En Diciembre de 2007, lanza el libro “La Dieta del Genotipo” el que rápidamente se transforma en un Best Seller.
La dieta del genotipo considera además nuestra herencia, niveles de estrés y factores hormonales durante la gestación, los cuales se pueden evidenciar en aspectos antropométricos, huellas digitales y otros signos físicos.
El conjunto de valores son analizados por métodos estadísticos, originando de esta manera una dieta adecuada a la persona.
En Nutrición Inteligente estamos autorizados desde el año 2007 para la aplicación de la dieta del genotipo, siendo nuestra directora Andrea Chicurel la primera Latinoamericana en recibir esta certificación de manos del Dr. D’ Adamo y el Instituto para la Individualidad humana (IFHI)
Existen varias investigaciones acerca de la importancia de la primera comida del día. Un estudio reciente encontró que quienes comen desayunos ricos en proteínas se sienten más satisfechos y tienden a comer menos bocadillos durante el resto del día porque les ayuda a controlar el apetito. Descubre más detalles sobre estos hallazgos y comienza a pensar si necesitas hacer algún cambio en tu primera comida del día.
¿Cómo es tu desayuno? Algunas personas no pueden empezar el día sin comer algo, otras toman café cuando llegan a la oficina, algunos prefieren desayunos abundantes y nutritivos porque piensan que así tendrán más energía para mantenerse activos durante el día y otros, por el contrario, evitan desayunar, ya sea porque prefieren sacrificar la comida para dormir un rato más o porque están a dieta y creen erróneamente que eso las ayudará a adelgazar.
En todos los casos, los especialistas recomiendan que no hay que pasar por alto el desayuno, hacerlo no es saludable y hasta se ha comprobado que quienes no desayunan suelen tener peores hábitos alimenticios y son más sedentarios y propensos a tener colesterol alto, entre otras condiciones.
Alguien podría decir que ciertas investigaciones rechazan la idea de tomar desayunos abundantes, ya que muchas veces las calorías excesivas que se consumen por la mañana se acumulan durante el día, y si bien pueden hacer que el resto de las comidas no sean tan voluminosas, en total las calorías suelen ser más que cuando el desayuno no es tan grande.
Sin embargo, que un desayuno sea saludable no significa que sea excesivo o abundante. Al respecto, un grupo de investigadores de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, encontró que consumir un desayuno nutritivo, especialmente rico en proteínas, aumenta la saciedad y reduce el hambre a lo largo del día. Además, descubrieron que un desayuno rico en proteínas reduce las señales del cerebro que controlan la motivación por la comida.
Para llegar a estos descubrimientos, los investigadores compararon a dos grupos de adolescentes, uno que se saltaba el desayuno y otro que debía tomar desayunos de 500 calorías, a base de leche, cereales y yogurt, entre otros alimentos. Los autores eligieron a los adolescentes porque se estima que alrededor del 60% de ellos no desayuna regularmente, algo que está asociado a malos hábitos alimenticios, obesidad y sedentarismo.
Los nuevos hallazgos, entonces, sugieren que un desayuno rico en proteínas ayuda a desarrollar una estrategia efectiva para mejorar el control del apetito y prevenir los excesos en las comidas y entre ellas, ya que al sentirse satisfechos por más tiempo y tener menos hambre, hay menos posibilidades de tentarse y comer colaciones entre comidas.
¿Cómo son tus desayunos, qué alimentos eliges al despertar y cuántas veces estas comiendo golosinas y bocadillos a lo largo del día? ¿Te animas a hacer la prueba tú mismo? Agrega más quesos, yogurt u otras comidas ricas en proteínas a tu desayuno y presta atención a cuánto comes durante el día, luego toma un desayuno más liviano y compara como te has sentido en ambas situaciones.
Aquí te damos once ideas que pueden trasformar la manera en que cocinas para hacerlo de una forma más saludable:
- ¿Frito o al horno? Ten en cuenta que cada cucharadita de aceite que utilizas para freír le va a agregar alrededor de 100 calorías a tu platillo. Si en vez de freír elijes cocinar al horno, no sólo reduces las calorías y las grasas de la fritura sino que además permites que lo que estás cocinando pierda su propia grasa.
- Un secreto: si de todos modos prefieres freír, hazlo rápido y revolviendo constantemente con muy poco aceite, es más saludable y delicioso. La temperatura alta y el movimiento constante de los alimentos evitan que la comida se pegue y se queme.
- Cocción saludable. Otra forma saludable de cocinar las carnes es hervirlas. Puedes utilizar caldo o condimentar el agua para darles más sabor. Del mismo modo, si decides guisar los alimentos, refrigera los platillos cocinados y quítale la grasa fría antes de recalentarlos.
- Especial para los vegetales. Cocínalos al vapor, en un colador sobre agua hirviendo. Déjate guiar por tus instintos y agrégales todo tipo de condimentos.
- Huevos. Cuando hagas huevos revueltos, usa sólo una yema por porción y añade algunas claras de huevo a la mezcla (también puedes usar un sustituto de huevo).
- Platos verdes. Utiliza distintos tipos de vegetales verdes y combínalos de diferentes maneras para que tus ensaladas sean diferentes y así tienes variedad.
- Cereales y granos. Son una buena alternativa para que le agregues a tus ensaladas, por ejemplo, frijoles, habichuelas o arvejas. Le agregan más nutrientes, te ayudan a que se te quite el hambre y aportan nuevos sabores.
- Alimentos a base de soja o soya. Reemplaza las carnes por alimentos a base de soja (soya).
- Sabores con especias. Utiliza diferentes condimentos para darle sabor a las comidas y disminuye la cantidad de sal y de azúcar que le agregas a tus platillos.
- Salsas. Mezcla los aderezos cremosos con yogur simple, bajo en grasa o sin grasa. Agrega estas salsas a todo tipo de alimentos, ya sean a base de carnes, vegetales e incluso frutas. Una vez más, déjate guiar por tus instintos.
- Alimentos enlatados. Quítale el aceite al atún, al salmón o a las sardinas enlatadas, escurriéndolas y enjuagándolos con agua (también puedes elegir estos productos procesados en agua, en vez de en aceite).
Y por último para perder peso, fije una meta:
Fije una meta para perder peso, ya sea 20, 30 ó 40 libras (10, 15 o 20 kilos), y empiece a trabajar.
Parece que fuera algo muy directo, pero el fijarse metas para perder peso no es tan sencillo como suena. Si sus metas son muy altas, se decepcionará; pero si no tiene claro un objetivo probablemente no ocurrirá nada.
A continuación le ofrecemos un método para fijar metas que promueve el control eficaz del peso. Su plan debe ser específico, medible, alcanzable, realista y registrable.
Específico: Defina exactamente qué es lo que desea lograr, cómo lo hará, y el tiempo en el cual desea alcanzarlo. Es aconsejable planificar una serie de metas que se sustenten una a otras en lugar de fijar una gran meta que lo abarque todo. Una meta pequeña podría ser comer al menos una porción de fruta a diario.
Medible: Asegúrese de poder saber que alcanzó su meta. Si su meta es caminar por 30 minutos a diario, lleve un reloj mientras camina para que pueda tomar el tiempo.
Alcanzable: Pregúntese si la meta es razonable. ¿Se ha dado suficiente tiempo y recursos? Es mejor triunfar haciendo un cambio pequeño por semana, que intentar hacer demasiado, fracasar y abandonarlo.
Realista: Fije sus metas según sus capacidades y considere también sus limitaciones ¿Es realista planificar hacer ejercicio por dos horas diarias cuando nunca antes ha hecho ejercicio por tanto tiempo?
Registrable: Busque la forma de llevar un registro de su progreso, que podría ser un diario de alimentación o de ejercicios.
Por último, concéntrese en alcanzar sus metas de desempeño más que los objetivos finales. Las metas de desempeño, como aumentar su ingesta de verduras o caminar una cantidad específica de kilómetros por semana, puede ayudarlo a lograr un peso saludable. El éxito se mide por el nivel de dominio de cada actividad. Los objetivos finales, como perder una cantidad específica de libras por semana, pueden conducirlo a sentir frustración y desilusión.